martes, 1 de julio de 2008

CACEROLAZOS Y LUCHA DE CLASES


Opinión

Facundo Arnaudo

Bahía Blanca

El pequeño impasse, abierto por el alentador debate que se desarrolla en el congreso, en la disputa por las retenciones, nos brinda la posibilidad de expresar algunas ideas sobre determinadas cuestiones políticas que están “satelitalmente” merodeando el conflicto y que, considerando su más que probable resurgimiento, merecen por lo menos una invitación a debatir

La modalidad del cacerolazo como metodología de protesta callejera es una de ellas. Lo importante para destacar en este sentido es que, en este tipo de protesta se ha dado la particular circunstancia de que no todas las ollas que se golpean producen el mismo ruido, ni todas las manos que las enarbolan persiguen similares intenciones. Haciendo un poco de historia reciente, por caso, en las intentonas golpistas contra Hugo Chávez, en Venezuela, fueron usadas por los manifestantes que pedían la renuncia del gobierno popular: "¿Quién dijo que cuatro gatos con unas cacerolas pueden detener una revolución?, fue la adecuada respuesta del presidente venezolano. Sin embargo Andrea D'Atri, miembro de la Red Informativa de Mujeres de Argentina (1) nos recuerda que dos meses antes de aquel episodio, en Honduras, con cacerolas diferentes, el Comité de Mujeres por la Paz exigía a su gobierno el derecho a la alimentación y no pagar la deuda externa; otro ejemplo diferente lo encontramos en el 2001, donde como todos sabemos, en nuestro país, las cacerolas volvieron a la calle abriendo nuevamente el debate.

Encontramos entonces distintos orígenes y distintos fines en el uso callejero de estos auxiliares culinarios. Donde parece haber una coincidencia mayoritaria (aunque no excluyente) es que su origen se referencia en la "Marcha de las Cacerolas que la derecha chilena organizó en diciembre de 1971 y en la que participaron cerca de 80.000 personas que protestaban contra el gobierno de Allende. Por ese entonces la burguesía chilena, mediante lock out patronal y bandas armadas, empezaba a organizar el sangriento golpe pinochetista.

Si bien sobran ejemplos para mostrar que la metodología ha servido de vehículo para la protesta de distintos sectores ideológicos y para distintas causas, el origen fascista, racista y profundamente conservador, del golpe de las cacerolas, que asocia y une ambas palabras, golpe y cacerola, nos abre, por lo menos, un inquietante espacio de debate. Lo que si parece quedar en claro es que los cacerolazos, nunca son ingenuos, ni espontáneos: siempre responden a intereses; conocer cuales son esos intereses (al margen del juicio de valor que ellos nos merezcan) y ponerlos sobre la superficie para debatirlos, es parte de nuestra responsabilidad.

La otra cuestión que quería destacar es que el conflicto por el tema campo ha desatado un debate que excede en creces el tema que lo inició (vaya novedad): estamos asistiendo a discusiones que dejan sobre la superficie una de las cuestiones medulares que debe afrontar inexorablemente toda comunidad y que parecía archivada por los pregoneros del fin de la historia: la confrontación clasista. Si nos sinceramos veremos que el debate sobre las retenciones es restringido y específico; aceptable respecto del reclamo (en parte del mismo, al menos) sin embargo, el resurgimiento de los intereses más espurios del capital concentrado, agazapado bajo una protesta legítima, puede dejar nacer sus liendres en el corazón mismo de los sectores que acompañan a dicha protesta. Los Dreyfus, los Bunge & Born, la A.D .M, el grupo Cargill-Monsanto y otros, son los que mandan en esta cuestión. El Kirchnerismo lo sabe y ha aceptado gustoso desde su inicio, tales reglas de juego. ¿Que otra cosa podría esperarse de un matrimonio que ha lucrado en la dictadura con un mecanismo usurero de crecimiento patrimonial (“ejerciendo lo más indigno del capitalismo M. Caparrós) mientras sus “compañeros” le ponían literalmente el pecho a las balas luchando contra ese mismo sistema?. Eso si, jamás se dignaron a presentar un mínimo recurso legal o político que indagara respecto de las atrocidades cometidas por la dictadura. Pero eso es harina de otro costal... volviendo al planteo central creo que, si no se advierte y se denuncia claramente que es lo que en realidad se está discutiendo, corremos el riesgo de quedar atrapados en un juego que, por creer que nos puede traer beneficios de coyuntura, terminará por hacernos jugar en el equipo de “los peores de la cuadra”.

Resumiendo: la argentina fascista de los intereses corporativos concentrados, añorando al generalísimo, al verdadero Juan Perón, se encuentra como siempre agazapada y siente la imperiosa necesidad de volver a transformase en un partido de masas. Ella también se encuentra frente a una gran oportunidad para renovarse: tiene sus ideólogos, sus medios de comunicación y sus recursos económicos, por siempre ilimitados, sólo le está faltando la articulación política que le otorgue renovada legitimidad a su voracidad económica para cuando el kirchnerismo deje de servir a sus intereses y sea sólo otro objeto descartable. Allí reside el riesgo mayor y allí es donde deberemos prestar debida atención.

Aunque este planteo, puede rozar en partes al discurso oficial, o a algo parecido a lo que pregona Cristina Fernández, no hay que alterarse, es solamente eso, lo que pregonan, no lo que hacen. Siempre siguieron la sabiduría del tero.

Marx supo decir que los hombres, como las sociedades, no son lo que creen ser (ni mucho menos lo que dicen que son) SON LO QUE HACEN, así de simple. Cualquiera que analice objetivamente el pasado y el presente del matrimonio santacruceño en materia ideológica, económica y de derechos humanos, conocerá la abismal distancia que separa su praxis del discurso que asumen. Será cuestión de estar alertas, ya que no todos los caminos nos conducirán a Roma. La realidad nunca fue ni será la única verdad.

(1) disponible en Internet:

http://www.rimaweb.com.ar/opinion/andrea_datri_cacerolas.html